agosto 04, 2014

Buitres sobre la pampa


Argentina vive por estos días otro doloroso capítulo en su historia económica. Tras la debacle financiera de 2001, resultado de los experimentos neoliberales del gobierno de Carlos Menem y los dictámenes de Milton Friedman y los Chicos de Chicago, hace semanas que regresó el fantasma de la deuda y los impagos a sobrevolar el cielo de esa hermana nación. Esta vez con un nombre muy bien puesto: Fondos Buitre.

Quizá motivados por el jugoso botín de dólares que se esconde en los bonos de la deuda gaucha, estos financistas han promovido una demanda en una corte de Estados Unidos -¿dónde si no?- a la que ha dado la razón el malhadado juez Thomas P. Griesa. En su soberano derecho Argentina apela a la injusticia y desmesura de esas decisiones, y ya prometió acudir, en voz de su presidenta Cristina Fernández, a instancias globales de decisión como las Naciones Unidas o la Corte Internacional de la Haya.



Pero también, en opinión de muchos especialistas y analistas políticos, existen razones más profundas para iniciar este golpe económico. Muchas fuerzas de derecha en el continente y en la misma Argentina no están de acuerdo con el empuje y accionar del gobierno kichnerista. Allí se nacionalizaron los hidrocarburos, la economía muestra un ritmo estable de crecimiento de alrededor del 3% anual y la distribución de los ingresos abarca a más argentinos que nunca. Pero eso no son buenas noticias para las fuerzas del capital, para los privados y burgueses. Argentina es uno de los líderes del cambio político en América Latina y su economía emergente augura, en un futuro no muy lejano, la incorporación al Grupo BRICS. Desestabilizar ese país es un objetivo claro de la derecha.

Pero, ¿qué son y qué quieren los fondos buitres? ¿Cómo puede Argentina salvarse de su voracidad? ¿Puede ser o no dañina la actuación de ellos para el esquema financiero global?

Los denominados fondos buitre son administradores de capital de riesgo que se dedican a comprar títulos de deuda pública a bajo precio en empresas o economías en problemas, como lo fue la de Argentina en 2001, y luego accionar judicialmente para el cobro total de los bonos más los intereses por los años adeudados. Sus antecedentes principales se ubican desde el 10 de marzo de 1989, cuando el secretario del Tesoro de EE.UU., Nicholas Brady, modificó la política respecto a la deuda internacional. Bajo el Plan Brady, se instó a los prestamistas para que, de manera voluntaria, condonaran parte de la deuda no atendida por los países menos desarrollados, reestructuraran el saldo de la deuda que quedaba pendiente de pago y otorgaran préstamos adicionales a esos países. Parte de la estrategia de dominio económico que poseen hoy instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Por su parte, ya Argentina, desde la pasada semana depositó los 539 millones de dólares correspondientes al pago de intereses y capital de unas obligaciones que se vencían el miércoles 31 de julio, en el Banco de Nueva York y que tenían con acreedores que en 2005 y 2010 sí quisieron reestructurar deudas. Además pagaron 650 millones de dólares al Club de París. Por lo que resulta muy infundada la opinión de que Argentina entró en default, pues según Axel Kicillof, ministro de Economía, el país está pagando sus deudas. 


Ahora, según economistas y prensa internacional, la alternativa más aceptable para los gauchos es que los bancos nacionales constituyan un fondo para comprar y pagar los mil 500 millones de dólares que reclaman los llamados fondos buitre. 

Aún no se conocen las consecuencias que pueda traer como resultado este litigio. Muchas han sido las alertas de Argentina en foros como el MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC. En ese sentido el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz consideró que el fallo del juez Griesa, es una suerte de “bomba” de la que no se sabe “cuán grande será la explosión”, y sostuvo que “la campaña contra la Argentina muestra cuán profunda puede ser la influencia de los fondos especulativos por fuera de los mercados a los que apuestan”. 

Citado por el diario estadounidense The New York Times, Stiglitz afirmó que “hemos tenido muchas bombas alrededor del mundo, y ésta es una que Estados Unidos le está tirando a todo el sistema económico global”.

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