¿Por qué estudiar Historia en Cuba?


“No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños.”
Marco Tulio Cicerón. Escritor, orador y político romano.
Sin duda alguna para interpretar correctamente el presente y proyectarnos hacia el futuro, es necesario comprender el pasado. En este proceso el conocimiento de la historia te revela la raíz de la mayoría de los problemas que padecemos hoy en el mundo; te demuestra que los hechos históricos tienden a repetirse, cambiando de forma pero no de contenido. El estudio de la historia nos permite aprender del pasado y apreciar todo lo que hay detrás de lo que tenemos y hacemos.
La enseñanza de la historia, como juicio formador de conciencia moral e ideologías, constituye, en todo estadio del desarrollo humano, una fuente substancial para la formación y solidificación de la conciencia ideo- política de las jóvenes generaciones. En las aulas, en los pasillos, en cualquier escenario escogido, la historia se ha de tomar como un acicate para la defensa de los intereses de la nación cubana.
“La historia, más que realidad vivida, es fuerza inspiradora de la sociedad. Los pueblos tienen la facultad de conservar las acciones de las generaciones pasadas en su memoria histórica, evocarlas y proyectarlas al presente convertidas en emblemas, en símbolos, en pujanza. El amor a la patria, la dignidad nacional, el internacionalismo y los sentimientos de solidaridad son algunas de las mejores tradiciones revolucionarias contenidas en la memoria histórica del pueblo cubano” [1].
Hoy más que nunca la Historia de Cuba debe ser utilizada para consolidar y reafirmar la nacionalidad y el vínculo de cada cubano con el sistema político humanamente responsable que defendemos. La historia debe esclarecer los cambios que exigen los tiempos actuales, ya no sólo en Cuba sino en toda Latinoamérica y el mundo.
La historia es un proceso continuo en el cual el papel decisivo lo alcanza el hombre gracias a su poder para adaptar la naturaleza a sus intereses y necesidades.
Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) se entiende por Historia a una narración de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados y a la disciplina científica que estudia y narra estos sucesos. También señala a la historia como un conjunto de sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación así como al conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella. [2]
La Enciclopedia Colaborativa Cubana señala a la Historia como la ciencia que tiene como objeto de estudio el pasado de la humanidad y como método el propio de las ciencias sociales y la acepta también para denominar al periodo histórico que transcurre desde la aparición de la escritura hasta la actualidad. [3]
Igualmente el investigador puertorriqueño Ángel A. García define la historia como “una ciencia social, que nos permite conocer la evolución de los procesos humanos, desde los orígenes de las primeras comunidades hasta la actualidad (…) se ocupa del estudio de los acontecimientos relativos al hombre a lo largo del tiempo, tomando como base el análisis crítico de testimonios concretos y verídicos. [4]
Si algo se desprende de estas interpretaciones, es que la Historia es una ciencia social encaminada a analizar el comportamiento de las diferentes sociedades humanas mediante el análisis de documentos y fuentes verídicas. Y como ciencia social se encuentra orientada al funcionamiento de la sociedad en su conjunto, interpretando su accionar y proyecciones.
Para una correcta interpretación de los hechos pasados hay que remitirse a una especialidad del conocimiento histórico que resulta esencial para el análisis y la organización de los datos: la historiografía, que no es más que el registro escrito de la historia, la memoria fijada por la propia humanidad con la escritura de su propio pasado.[5] Es decir, todo el cúmulo de información recogida en libros, documentos, revistas, cartas, filmes y otro formato existente que ayudan al historiador a llegar a conclusiones.
Sin tener los instrumentos necesarios para enfrentarse a la profundidad de la historia humana -o nacional- los investigadores, y en última instancia, las nuevas generaciones no tendrán la capacidad para penetrar en las relaciones humanas y los hechos acaecidos.
En muchas ocasiones se ha planteado la necesidad de fomentar el estudio de la historia, tanto de Cuba como del mundo, en las instituciones educativas como parte de los esfuerzos encaminados a legitimar el sistema político cubano, su modelo socialista y para enfrentar el cambio que exigen las actuales condiciones. Esto conlleva un compromiso histórico y una labor historiográfica decisiva para poner sobre el tapete todos los argumentos que desemboquen en el logro de esas metas.
Importancia del estudio de la Historia de Cuba
“Los pueblos necesitan poseer su memoria histórica, que lo ayude a conocer su pasado para enfrentar los problemas del presente y del futuro.” [6]
Bajo esta premisa se orienta una de las principales funciones de la historia: acercar los hechos pasados a los hombres para arribar a experiencias que les permitan no cometer los mismos errores, no vivir las mismas situaciones e implementar acciones para evitar caer en equivocaciones derivadas de malas interpretaciones de la historia. De aquí se deriva que la enseñanza de esta materia es fundamental en la conformación de la nacionalidad, la idiosincrasia, las tradiciones culturales, la moral y la eticidad de cada individuo o nación.
En el caso cubano, gracias a una rica historia que se inicia en 1868, e incluso mucho antes, durante la forja de lo que se dio a llamar “criollo”, la Historia existe como la columna vertebral de nuestra sociedad; y los hechos y figuras históricas son utilizados como motivación y ejemplo.
En las difíciles condiciones socio-económicas y políticas del mundo de hoy Cuba ha tenido que enfrentarse, bajo la influencia del brutal acoso económico, comercial, financiero y diplomático que nos ha impuesto el gobierno de EE. UU y tras el descalabro del socialismo de Europa del Este y la URRS, a un constante ataque mediático, con el fin de destruir nuestro sistema político, al considerar ilusamente, que había llegado el colapso de la Revolución. Esto ha demostrado, hoy con más razón, la necesidad imperiosa de profundizar en la preparación político-ideológica del pueblo y en la Defensa Nacional. En este empeño, corresponde un papel determinante a la enseñanza de la Historia de Cuba y al Sistema Nacional de Educación, pues como expresara el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana: “… solo la educación podrá salvar nuestra especie” [7]
Pero esa enseñanza no debe traducirse en vanos esfuerzos. No se trata de guardar infinidad de conocimientos, o de mantener o conservar la memoria de lo sucedido en libros y museos. Si ese recuerdo no incluye una reflexión sobre las circunstancias que causaron o motivaron los hechos o acontecimientos del pasado, si ese esfuerzo no se encausa a descubrir los patrones de conducta, los paradigmas, las normas morales, las experiencias y los ideales que fueron acumulándose, multiplicándose de generación en generación, formando nuestras tradiciones de lucha, esa memoria puede resultar un simple anecdotario, un mero recuerdo, una triste narración, que puede ser, al final, el más triste camino que merece la Historia de esta patria. Un mito que no ejerce influencia alguna, ni contribuye a convocar a las actuales generaciones a la defensa de Cuba.
Para muchos jóvenes el estudio de la Historia de Cuba puede parecer un mundo extraño y desconocido que cuesta entender. Un mundo lleno de incontables datos, fechas, nombres, batallas, etc., que no son capaces de retener. Pero la enseñanza de esta no debe ser memorizar. El autor no considera útil exigirse recordar una serie de nombres y fechas; eso lo obtenemos en cualquier texto: “La Historia es un recuento de lo que seres iguales a nosotros hicieron en su época” [7]. Lo importante dentro de esta gran acumulación de saberes son los procesos, aquellas vías por las cuales el hombre deja sus huellas y de las cuales se derivan nuestros caminos y a eso debe dirigirse la enseñanza: a la interpretación, al análisis profundo, a la búsqueda de significados ocultos tras los hechos y situaciones acontecidas.
El destacado historiador e investigador Eduardo Torres Cuevas, director de la Biblioteca Nacional José Martí señalaba en una entrevista que “si ejercemos como debe ser el magisterio, Cuba será nuestra, pero si no somos capaces de llegar a los estudiantes, de convencerlos, sobre los hechos que han constituido nuestra identidad, Cuba se pierde” [8]
La historia cubana debe conocerse. Ese mundo mágico-religioso de esclavos y barracones, esa mambisa rebeldía, esas usanzas criollas que en su momento definieron a una clase social cubana y que hoy constituyen la base de nuestra nacionalidad deben ser aprehendidas. Y la importancia de su enseñanza no obedece sólo a razones de orden cultural sino también a razones de orden político- ideológico, a razones de Seguridad Nacional dado el rol fundamental que detenta la Historia, y sobre todo la historia patria, en el fortalecimiento de valores, de una conducta moral de acuerdo con los principios e ideales que defiende nuestra Revolución y que la distinguen en medio de una coyuntura internacional especialmente compleja.
La Historia de Cuba y su enseñanza deben partir de un modelo en el cual no se vislumbre a la misma como un dogma, como una simple reconstrucción de hechos pretéritos sino como una potente interrelación entre los sucesos del pasado, el presente y el futuro. Como una materia capaz de conectar los elementos generales de una nación a las situaciones particulares que se viven, que se proyectan en la actualidad. Debe servir de traductor, de intérprete.
La claridad en la enseñanza de la Historia de Cuba en la universidad devendrá en la formación de verdaderos humanistas, acrecentará el mundo espiritual y los conocimientos de los jóvenes, ayudará a tomar conciencia de nuestros valores y a cimentar nuestras relaciones sociales y nuestra práctica en el transcurso de nuestras vidas.

[1] SUÁREZ Pérez, Eugenio (2006). Las tradiciones patrias y su papel en la educación” en Revista Cuba Socialista, No. Julio 2006.
[4] GARCÍA, Ángel A. “¿Por qué estudiar historia?” enhttp://www.salonhogar.net/Enciclopedia/Porque_estudiar/Indice.htm
[6] SUÁREZ Pérez, Eugenio (2006). Las tradiciones patrias y su papel en la educación” enRevista Cuba Socialista, No. Julio.
[7] Mensaje del Comandante en Jefe Fidel Castro a los educadores que participaron en el XII Congreso Mundial de Educación Comparada. 31 de octubre de 2004 enhttp://www.aporrea.org/actualidad/a10406.html
[8]GARCÍA, Ángel A. “¿Por qué estudiar historia?” enhttp://www.salonhogar.net/Enciclopedia/Porque_estudiar/Indice.htm
[9]DANIEL, Rafael (2011). “Reflexiona el doctor Torres Cuevas sobre la importancia de la enseñanza de la Historia” en http://www.centrovision.icrt.cu/index.php/cultura-culturales-santi-spiritus-cuba-noticias/ultimas-noticias

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