noviembre 29, 2017

A un año del paso de la Caravana de la Esperanza por Matanzas

Este 30 de noviembre se cumplirá exactamente un año de que las cenizas de Fidel recorrieron la provincia de Matanzas rumbo a su morada definitiva en Santiago de Cuba. El paso de esa Caravana, en la cual germinó multiplicada la esperanza, el orgullo y el compromiso resultó un hecho de profundo dolor para todos los matanceros.

Una enorme marea de pueblo en la tricentenaria Atenas de Cuba recibió bajo exclamaciones de ¡Yo soy Fidel! al cortejo fúnebre del Comandante en Jefe. A ambos lados de cada una de las calzadas importantes de la urbe se pudo observar a miles de citadinos, sin distinción de edad o profesión, darle el último adiós al barbudo que tantas cosas prometió y cumplió durante su primera visita a esta urbe tras el triunfo de la Revolución.


 

Aquel histórico 7 de enero Fidel aseguró a los yumurinos que “los tiempos de los discursos se acabaron, los tiempos de la politiquería se acabaron, los tiempos de la demagogia se acabaron, los tiempos de las promesas falsas y de los golpes de pecho se acabaron. Se acabaron los politiqueros, los esbirros, los confidentes, los dictadores. Aquí no queda más que una sola cosa: pueblo”.

Y fue ese mismo pueblo enardecido el que lo disfrutó gigante desde el balcón del Gobierno Provincial en el Parque de la Libertad. Fue ese mismo pueblo el que le exigió, entre otras cosas, camas en el hospital provincial, la construcción del acueducto y que se mantuviera el mítico estadio Palmar de Junco. Es ese mismo pueblo el que le rinde honores hoy a su legado, ya hecho historia. 



En Cárdenas, la ciudad que también visitó en su caravana de la libertad y cuando se libraba la batalla por el regreso de Elián, fue igualmente recibido. Allí las cenizas del líder histórico de la Revolución cubana transitaron cerca del Museo A La Batalla de Ideas y la casa natal de José Antonio Echeverría. 



Y resultó que también a Limonar o a Coliseo, y en cada espacio de la carretera central que pudo albergar persona, acudieron los matanceros. Fue toda una sentida velada que enlazó a Cuba en un mismo sentimiento.

El recorrido de aquel armón de cedro en que iban resguardadas sus cenizas ya forma parte del imaginario colectivo. Y rememoran de alguna forma el paso de los restos del también amado Che Guevara rumbo a su mausoleo en Santa Clara. Dos momentos de honda gloria y solemne recuerdo.

Hace tan solo 12 meses un sinnúmero de jóvenes, niños, trabajadores, combatientes, ingenieron, doctores, milicianos, amas de casa, jubilados, campesinos, militantes, creyentes, ateos, negros, blancos, mestizos, se estrecharon en apretada masa para, más que decir adiós, patentizar un compromiso que es ya un deber insoslayable.

Los periodistas que en aquel momento reportaron junto a los protagonistas supieron recoger expresiones como la del jubilado que con su pecho henchido de medallas, gritó “Como en Girón, aquí siempre te esperará la victoria”, o la de la pequeña pionera que le dijo “seremos como tú, seremos como el Che”.

Y es que Fidel fue todo un país. Y su muerte no fue más que la confirmación de que estará ahí, junto a nosotros, a cada dificultad. Y que no importan los obstáculos, lo que vale, en realidad, es la voluntad de luchar para superar el reto.

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