noviembre 28, 2016

Vive Fidel

Debiera tener un astro nuevo cuando cae en la patria un hombre que la defiende. José Martí
Ha partido Fidel. Inesperadamente se nos ha ido a vivir un poco más lejos. Ha marchado a descansar, confiado en que dentro de cada uno de nosotros perdurará cada consejo, cada esfuerzo y toda su Revolución. Su muerte es hoy reencuentro. Y desde allá, el sitial honroso de los Héroes, seguro estoy que nos escruta junto a Martí, Maceo, Gómez, Camilo y el Che.

Su mirada, ahora mucho más visionaria y profunda, más inquieta y perseverante, llena cada rincón de este planeta donde sufre un desamparado, donde hay niños sin escuelas, donde mueren personas a causa de enfermedades curables, donde la guerra se ensaña con los débiles o donde las fuerzas opresoras insisten en convertir al hombre en esclavo de sí mismo. ¡Y estén alertas! ¡Aún marcha acompañado de su pueblo, que hoy son millones en todo el mundo!

Ese es su legado. Un inconmensurable ejército de inconformes románticos. Una tropa gigante de enamorados, a los cuales él supo inculcar la valentía y el honor de ser cada día más rebeldes. Y quién piensa que se ha ido, como algunas bestias odiosas que han festejado allende el mar el descanso del Líder, les aseguro que están equivocados.

Fidel vive. Vive en cada cubano que abraza el compromiso de perpetuar su obra. Vive en cada niño, en cada madre, en cada anciano que goza hoy privilegios que les legó tras años de combates. Vive en cada deportista, en cada creador, en cada científico, que enaltecerá su misión con cada medalla, con cada obra, con cada investigación. Vive en cada joven que construye, que aporta, que participa, que protesta y que más allá de vacuos convencionalismos, se siente tan revolucionario como aquel barbudo que quedó sin armas y ganó una guerra.

Vive Fidel en los pueblos vilipendiados y olvidados de América Latina, para los cuales significó esperanza, apoyo y guía certera. Para ellos, que hoy luchan por adquirir el decoro perdido en décadas de explotación y abuso. Vive en África y Asia, lugares a donde su huella se ha hecho indeleble, tras llevarles libertad e ideología, alternativas y voluntad. Vive en Argelia, en Laos, en Viet Nam, en Angola, Sudáfrica y otros más, que le recordarán como un bueno y aglutinador compañero. Vive Fidel hasta en sus más acérrimos enemigos, que reconocen su innegable grandeza y eterna imbatibilidad.

Vive Fidel y la luz de su estrella inunda esta Isla como el amor de un padre. Un padre al que siempre tendremos que acudir, como él siempre acudió a Martí, en busca de consejo y claridad. ¡Viva Comandante! No descansaremos hasta cumplir su misión, que hoy ya es por siempre nuestra.

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