diciembre 22, 2014

¡Felicidades Maestra!


Mamá me llevó hasta la puerta de la escuela, comencé a caminar despacio hasta encontrar el aula. Los nuevos compañeros ya estaban sentados y de pronto llegó ella: gordita, con unos espejuelos redondos y mágicos, que le permitían ver nuestros sentimientos. Me recordaba a las hadas madrinas que había visto en los dibujos animados, sobre todo por aquella sonrisa que me hizo olvidar los temores en mi primer día como estudiante.

Así recuerdo a mi maestra Chepa, esa que durante el horario de juegos asumía el rol de enfermera, dependiente, pintora…, para transformar aquel preescolar en un espacio lleno de ilusiones e imaginación. Poco a poco nos mostró un alba de trazos y colores que brotaban desde los cuadernos; sujetó mis manos para enseñarme a recortar y secó mis lágrimas el día que me caí frente a la plazoleta.

Siempre al terminar la jornada escolar nos sorprendía con una figurita de papel como premio a nuestra dedicación. Así, mis gavetas se llenaron de flores, jirafas, banderas… Jamás la vi triste, será porque siempre guardaba para nosotros las mejores frases y el anhelo de vernos crecer como hombres y mujeres de bien.

Hoy es 22 de diciembre, las escuelas matanceras se inundan de flores, poemas, y abrazos para profesar a los educadores una profunda gratitud por su obra de infinito amor. Los preuniversitarios, la universidad, en todos los niveles de enseñanza la alegría se multiplica.

Y es que educar es una vocación que se nutre del sacrificio, de la ternura, y crece con el orgullo de ver a los estudiantes convertirse en profesionales capaces, que escogen rumbos acertados para su vida. En Cuba, todos tenemos el privilegio de una educación gratuita, es por eso que cada cubano lleva en su corazón el recuerdo de ese profesor que se convirtió en fiel amigo, consejero oportuno y merecedor de admiración.

Hoy no podré felicitar a Chepa, hace tiempo que ya no está fisicamente. Pero he vuelto a abrir la caja donde guardo las figuras que me regaló al terminar las clases, las beso y me dirijo hacia la Editora Girón. Es mi primer diciembre como graduada de periodismo y tengo que escribir una crónica por el día del educador. No sé como terminará, pero tengo la certeza de que allí, entre las más sentidas líneas, estará el nombre de mi primera maestra.

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