octubre 16, 2015

Día Mundial de la Alimentación: ¿Seremos parte de la generación Hambre Cero?

Theodor Friedrich, transmitió hace pocos días un reconocimiento a nuestro país por su papel en el logro del Objetivo de Desarrollo del Milenio No.1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre.

Akosua sufre a diario el martirio de los demonios del hambre. Tiene algo en su cuerpo que lo desgarra desde adentro, en lo profundo. Ya no puede jugar al fútbol, y nota que sus hermanos padecen del mismo sufrimiento. Akosua siente como se le escapa la vida.


Este niño de Uganda no conoce nada de los sucios entresijos de la política, o de los tratos injustos del modelo económico mundial. Solo sabe que tiene hambre. Un mal del cual sufren una de cada 9 personas sobre la tierra -795 millones- y que cada año provoca la muerte a más de ellas que el Sida, la malaria y la tuberculosis juntas. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) la gran mayoría de estas viven en países en vías de desarrollo, donde el 13.5 por ciento de la población padece de desnutrición. Datos escalofriantes, ¿verdad? No obstante, lamentablemente, se computa mucho más.


Vean: Uno de cada seis niños -aproximadamente 100 millones- en los países en desarrollo presentan peso inferior al normal y uno de cada cuatro en el mundo padecen de retraso en el crecimiento. 66 millones de niños en edad escolar primaria asisten a clases con hambre en los países en desarrollo y según el Programa Mundial de los Alimentos se necesita de alrededor de 3.2 mil millones de dólares para enfrentar esta triste situación.

Con esas luces, este 16 de octubre, la FAO celebra el Día Mundial de la Alimentación, una jornada que entre sus objetivos tiene el de concientizar a las poblaciones sobre el problema alimentario y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.

Este año, bajo el lema Protección social y agricultura para romper el ciclo de la pobreza rural, la organización pretende promover oportunidades de empleo, alimentos, recursos económicos y servicios para que sostengan a los grupos vulnerables y ayuden a los miembros pobres de la sociedad a salir del hambre y la pobreza.

Si bien Latinoamérica ha sido capaz en los últimos años de rescatar a 32 millones de personas de la subalimentación, aún necesita más voluntad política  -el principal recurso para tal fin, más allá de dinero, tierras o desarrollo tecnológico- para satisfacer a otros 34 millones que todavía sobrellevan este flagelo. 

Según recuerda la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) la región fue la primera en el mundo en asumir, mediante la iniciativa América Latina y Caribe Sin Hambre, el reto no sólo de reducir, sino de erradicar el hambre para el año 2025. Un esfuerzo loable y de alto contenido humano en la zona del planeta que aún sigue siendo la más desigual del mundo.


En Cuba, uno de los países fundadores del organismo el 16 de octubre de 1945, la fecha no llega unida a las desgracias de Akosua y otros niños africanos, gracias a las decisiones y acciones implementadas para, más allá de las carencias y penurias económicas, asegurar, a través de políticas públicas, el acceso a una alimentación sana y segura. 

En ese sentido la FAO, mediante se representante en la Isla, Theodor Friedrich, transmitió hace pocos días un reconocimiento a nuestro país por su papel en el logro del Objetivo de Desarrollo del Milenio No.1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre.

Este reconocimiento debe servir como aliciente para continuar promoviendo las buenas prácticas, máxime si se tiene, gracias a una decisión gubernamental, a la alimentación del pueblo como una cuestión de seguridad nacional. De esta forma promover la aplicación de los resultados científicos, las inversiones, el desarrollo de prácticas agroecológicas y amigables con el medio ambiente, y la asunción de responsabilidades, puede devenir en que nuestra isla forme parte de una ¿utópica? Generación Hambre Cero.


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