febrero 12, 2015

Médico cubano en Venezuela: “Ellos me hicieron sentir como en casa”

El Dr. Larry durante una consulta de desnutrición
en uno de los poblados que atendía
Boca del Tocuyo es una pequeña comunidad de pescadores y cosechadores de cocos en el estado venezolano de Falcón, con menos de 3 mil habitantes. Se ubica cerca del Parque Nacional Morrocoy y recibe de las aguas del Mar Caribe toda esa historia cargada de sal y leyendas que también compartimos los hijos de esta Isla.

A ese lugar llegó en el 2007, gracias a la Misión Barrio Adentro que patrocina el gobierno bolivariano de Venezuela, el doctor matancero Larry Plana Rivero, especialista en Medicina General Integral y miembro de la gran familia de médicos cubanos que regalan salud alrededor del mundo. Una tarea alejada de las comodidades y que, según me contó, resultó todo un reto insospechado.


“Ese poblado se cataloga como de difícil acceso. Las calles no están pavimentadas y entre sus pobladores existe un gran atraso cultural. Puedo asegurar que muy pocos de ellos habían visto a un médico en sus vidas. Permanecí tres años y tres meses con la única compañía de otros colaboradores cubanos del área deportiva que nos visitaban de tanto en tanto.”

Para el Dr. Larry, como lo llamaron allí, la tarea de luchar contra la ignorancia no resultó fácil, sobre todo entre personas que por siglos habían sido enajenadas, apartadas, y a las cuales el médico les parecía fruto de un milagro divino, mas que de la manifiesta voluntad política del gobierno chavista. “Me fui ganando poco a poco a los pacientes”.

“Recibí gran apoyo de mi enfermera venezolana, Rosmira Ugarte. Ella es un ejemplo de sentimientos y posee una capacidad innata para aprender y trabajar. Su familia se convirtió en la mía, incluso, de los tres ahijados que dejé por allá, dos pertenecen a su seno. Con ellos conocí detalles de mis dolientes y de la vida en esos parajes.”


Más allá del miedo permanente a las culebras, que por esos lares son muy abundantes, y convertirse en el único médico de un equipo de béisbol, el doctor Plana tuvo que enfrentar otros desafíos. “En Boca del Tocuyo abundan el parasitismo y las enfermedades bucales. Resulta común, y triste, ver a niños de siete años con los vientres hinchados y con la dentadura dañada. Y a pesar de vivir cerca de la costa también eran habituales las enfermedades respiratorias.

“Además, mención aparte merece el dengue. Una afección endémica de la región y muy dañina. Existía una cantidad increíble de mosquitos Aedes aegypti y para eliminar la incidencia desarrollamos un fuerte trabajo de prevención de salud casa por casa y en el centro escolar de la comunidad, explicando las consecuencias y enseñando a realizar el autofocal.”

Esa escuela, en virtud a la labor desplegada por el galeno de la Mayor de las Antillas, expidió un reconocimiento que él guarda como algo muy preciado. “Allí efectuamos campañas contra la desnutrición, las enfermedades de transmisión sexual, el consumo de drogas y alcohol, así como por la salud dental; además de la tan necesaria armonía familiar. La experiencia fue bonita”.

“Viví momentos muy duros. Entre ellos recuerdo el caso de un ‘malandro’, adolescente de 16 años que llegó al cuerpo de guardia con cuatro impactos de bala en el pecho. Verlo como perdía su vida tan joven, envuelto en el mundo criminal de las drogas y las pandillas, fue impactante. Pensé en cuán raro es ver algo como eso en Cuba.”

Confiesa que la experiencia de la misión resultó muy completa en el orden profesional y humano. “Aprendí a lidiar con las estrecheces materiales, analfabetismo y con enfermedades desconocidas aquí. Creo que soy otra persona, porque en nuestro país no se ven esas cosas. Hay demasiada pobreza en el mundo”.

Casi al finalizar nuestra conversación, Larry me confirma que no obstante las dificultades vividas, allí lo hicieron “sentir como en casa”. Confiesa que no aprendió a bailar sus ritmos y que disfrutó mucho la comida, como las arepas, sopa (nuestra caldosa) y ¡oigan esto! espaguetis, queso rallado y ¡frijoles negros! Aún hoy, dice, los prepara con desenfado en su hogar de Matanzas.

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