Por mi amigo y profesor Luis Espino
García
El programa cultural Confesiones entre puentes, a cargo del periodista y crítico
Fernando Rodríguez Sosa, con guión y producción de Rafael Ribot Mendoza, como
es habitual cada mes en la sede de la UNEAC de Matanzas, se desarrolló el pasado viernes 13 de febrero,
y tuvo como invitada especial en esta
ocasión a Verónica Lynn.
Además de conversar con la reconocida actriz,
Fernando comentó el libro Tantas vidas, cancionero
de Liuba María Hevia. En esta ocasión participaron la actriz Fara Madrigal, a
propósito del 20 aniversario del Teatro Tentempié; el cantante Freddy
Maraggoto, el trovador Yuniel Doble Ponce y el narrador oral Rafael Ribot
Mendoza.
Verónica,
visiblemente emocionada y agradecida por encontrarse en una ciudad que ama y
admira por la belleza de su naturaleza, y más que todo por su idiosincrasia sui géneris que se distingue y destaca
por la cultura, la hospitalidad y el calor humano, abrió todo su corazón y
sentimientos ante el público que alrededor de la ya famosa fuente colmó el gran
patio de la casona de la calle Milanés.
Habló de su larga
trayectoria en la escena, donde ha transitado con éxito rotundo por el teatro, la radio, la
televisión y el cine. Refirió su origen humilde en el seno de una familia muy
pobre. Aunque recuerda con la misma pasión todos los personajes que ha
interpretado, significó su Camila de Santa
Camila de La Habana Vieja y la Marina de Aire Frío.
En sus confesiones,
la Premio Nacional de Teatro y Televisión, manifestó su preocupación por la
actual generación de actores y actrices, porque considera que hay grandes
valores, con mucho talento, con una sólida formación que no tenían ni podían
tener los jóvenes de su época; pero tantas telenovelas chatas, con personajes
planos e intrascendentes, no dan ninguna posibilidad de desarrollo histriónico.
Faltan buenos guionistas y directores en este importante medio, que sean capaces de explotar todo lo que pueden dar todos esos muchachos tan bien preparados. Sin embargo, consideró que en Teatro tenemos muy buenos directores como es el caso de Carlos Díaz, que mereció con creces este año, el Premio Nacional de esa manifestación.
Permítanme esta reflexión, porque creo que viene a pelo con las confesiones de Verónica, ya que este cronista ha vivido bastante como para haber sido testigo de los colores y los grises de nuestra Televisión en más de cincuenta años. Recuerdo que existieron espacios como Grandes Novelas y Teatro ICR que llevaron a la pantalla muchos clásicos que permitían el lucimiento y desarrollo de los actores en personajes universales y memorables. Escritores como María Bach, que eran capaces de convertir en material televisivo cualquier texto literario, había varios. Espacios como Horizontes, con la siempre acertada Mayté Vera, no se olvidan.
¿Por qué la
Televisión y el Cine Cubanos no utilizan más las obras de nuestros grandes
escritores en las telenovelas de temas nacionales? No es casual que la emblemática Fresa y Chocolate esté basada en un cuento de Senel Paz, ganador del Premio
Juan Rulfo. Y qué decir de la recién estrenada cinta Fátima o el parque de la Fraternidad, que parte de una narración de
Miguel Barnet, merecedora del mismo reconocimiento en el mismo certamen. Esta
última, en el 36 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, solo
fue superada por pocos votos en popularidad por Vestido de novia.

Ante la pregunta de ¿qué
le conseja a esos jóvenes?, respondió: “Que hagan personajes psicológicos, que
interpreten a los clásicos, que se reúnan y formen sus propios grupos, que
huyan de las frivolidades, que hagan mucho radio, que aprovechen bien todo lo que son capaces de
hacer, que estudien para que sean cada día mejores de lo que ya son.
Con esta crónica
bautizo a Verónica como “La Diva Cubana de las tablas”, y claro que no es la
única, pero está entre las mejores, entre los genios actuales de la escena
cubana. (Fotos del
autor)
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