junio 05, 2014

En Cuba y la educación, ¿todo vale?

Tan común como el fraude son otras desviaciones en Cuba
Por lo menos a mí, no me sorprendió la información ni el revuelo posterior. Mucho tiempo llevaba rodando la bola por las calles -que parece es el modo más rápido en Cuba por el cual viajan las noticias, sean buenas o malas- de que la prueba de ingreso a la Universidad se había filtrado en la Capital.

Durante mi época de estudiante en esa gran escuela que resultó el IPVCE Carlos Marx, viví un episodio parecido. En esa ocasión con una prueba final de Historia. Quizás la inmadurez de la etapa no me permitió comprender la magnitud del feo suceso, y me sumé a las protestas –muy justificadas- de quienes habíamos dedicado noches enteras al aprendizaje, a la lectura, al respeto y al decoro. Al final, así como sucederá en La Habana por estos días, los jóvenes de mi unidad de estudio tuvimos que repetir el examen.

Pero, ¿por qué hoy el fraude se ha convertido en Cuba en un problema tan grande? ¿Qué causas provocan que docentes, padres y estudiantes -que a la larga resultan el último eslabón de esta cadena- apelen a este inmoral recurso? ¿Cómo evitar tan desagradable cuestión en un sistema educacional que es modelo para el mundo?

Para quien se acerque a estas líneas no será un secreto que las indisciplinas sociales, la pérdida de valores éticos y el impacto de la situación económica del país, denunciadas hasta por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, representan un gran reto para esta generación de cubanos.

Se ha perdido el ejemplo personal y la exigencia de muchos docentes y padres. La preparación de nuestros maestros, en algunas ocasiones, deja mucho que desear y se desvanece la familia como célula básica de la sociedad, capaz de crear y transmitir valores, paradigmas. La juventud, o parte de ella, para ser justos, desestima la preparación académica como vía para un futuro próspero, basados en la invertida pirámide social de la Isla.

Pero el fraude dice mucho más. Denota autoengaño, facilismo, desidia y falta de principios. Quien es capaz de mentirse a sí mismo, ¿qué no hará con sus compañeros de trabajo, con su pareja o su país? Quien apela al fraude carece de disciplina y voluntad, de sacrificio.

Vemos constantemente cómo muchos padres, en franca violación, acuden a Internet en busca de contenidos, que en muchos casos son desactualizados o permeados con otra realidad, en pos de realizar tareas encargadas a sus hijos, privándoles el placer del conocimiento. Vislumbramos cómo profesores imparten clases de baja calidad, sin incentivos o atracciones, otro factor de riesgo para ese flagelo.

Cuba no puede permitirse que se le empañe su primera y mayor conquista. No en balde una de sus primeras medidas fue la gigantesca Campaña de Alfabetización, que enseñó a leer y escribir a millones de cubanos, suceso que convirtió a esta nación en el primer territorio de América libre de analfabetismo. Máxime si resulta reconocidoa a nivel internacional por la creación del método Yo sí puedo, que ha llevado la luz del saber a miles de personas en el mundo, y la erogación de cuantiosas sumas al sector educacional.

Ahora queda esperar por la respuesta. Desde los ministerios e instituciones involucrados hasta el papel individual que le atañe a profesores, familiares y estudiantes. Yo por mi parte, continúo evitando las sorpresas y preparándome para, cuando en tiempos venideros, sea padre, y maestro.

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